lunes, 21 de noviembre de 2011

Naturalismo Augusto D’Halmar


Juana Lucero
La obra del chileno Augusto D'Halmar, Gira en torno a Juana Lucero (también nombre de la obra) quién es hija de Alfredo Ortiz, diplomado aristócrata quién nunca la reconoció y Catalina Lucero, costurera quién prontamente morirá.
El calvario de Juana comienza una vez que esta es acogida por su tía, Misia Loreto, más por interés que por ayuda. Aquí pasa a convertirse en la empleada de la tía quién no la trata de lo mejor, la relación es fría y desconsiderada, la niña no posee a nadie quién la quiera en este mundo por lo que deberá sobrevivir por su esfuerzo. Como le era común, Misia Loreto salía de vacaciones constantemente, por lo que al estorbarle Juana, la manda a casa de una amiga, Misia Pepa. La estadía inicialmente era de tres meses, pero Juana será violentada por el dueño de casa, Don Absalón. La protagonista pierde así su virginidad, lo que la hace sentir inmensamente culpable y desgraciada. Esto la obliga a escapar con Arturo Velásquez, pretendiente conocido en casa de Tía Loreto, convirtiéndose en amantes por un tiempo.
El tiempo que alcanzó a estar con Arturo fue muy breve, no fue capaz de esconderle ni su vergüenza ni el embarazo que se veía venir, por lo que, la hermosa relación que podría haber tenido con él, termina drásticamente cuando decide contarle la verdad. La solución que encontró entonces Velásquez, que era factible y muy fructífera para él, fue dejarla en una Casa de costuras encubierta, que de noche funcionaba como Lenocinio.
La dueña del sitio este, era Doña Adalguisa, que junto a otras meretrices, se convertirían en las nuevas compañeras de Juana. La recepción no fue del todo mal, menos aún el de sus clientes, Juana era muy atractiva, por lo que no eran pocos quienes la solicitaban. Transcurría la vida de Juana sin ningún aliento ni mejor pasar, el peso de su aborto había obligado a morir no tan solo al bebé, sino a la propia Juana, adoptando un nuevo Nombre: Naná.
Se cumplían ya cinco años de la muerte de su madre Catalina, pero esta nunca la había dejado sola: constantemente la vigilaba desde cualquier espejo cercano a Juana, simplemente lamentaba el porvenir de su desvalida hija, que cada vez más, rechazaba los encuentros que ambas tenían en el espejo. Pasaba la joven por un trauma no tan solo físico, era más un resfriado del alma, le pesaba la vida y las culpas de antaño, la vida tan mortuoria e inmoral que llevaba, conlleva a Juana al precipicio; saca un revolver que tenía y dispara al reflejo de la madre que llevaba un muñeco: su hijo sacrificado, hiriendo de paso su mano.
Así es como termina el libro, Juana de orates, desvariada y confusa, suplicándoles a quienes observaban el espectáculo, que la dejaran dormir y no la despertaran del sueño que siempre había deseado tener por vida

Augusto D’Halmar
Augusto Goeminne Thomson, más conocido por su pseudónimo Augusto D’Halmar, nació un 23 de abril de 1882 en Santiago. Pasó una parte de su infancia en Valparaíso. Fue hijo de Augusto Goeminne, comerciante de origen francés, y de Manuela Thomson, descendiente de un marino sueco.

Huérfano a los 10 años, fue criado junto a sus herma- nastras por su abuela materna, Juana Cross, quien estaba casada con Joaquín Thomson, barón de D’Halmar, título de lejana nobleza sueca al que recurrió Augusto como nombre literario.

Estudió en el Seminario Conciliar y en el Liceo Miguel Luis Amunátegui, donde escribió sus primeros trabajos literarios y organizó representaciones teatrales. No tenía más de 16 años cuando debió dejar sus estudios para ganarse la vida. Se hizo periodista de los diarios La Tarde y La Ley. En 1900 fundó la revista literaria Luz y Sombra.

Además, publicó cuentos en la nueva revista Zig-Zag, aparecida en 1905.

La Colonia Tolstoiana y el grupo “Los Diez”

A los 20 años publicó su primera novela, Juana Lucero, que relata la historia de una mujer de la vida bohemia nocturna del barrio Yungay, que era el suyo.

Junto a Fernando Santiván y a un grupo de escritores amigos organizó en 1904 la Colonia Tolstoiana, que se proponía enseñar a vivir el goce libre de la naturaleza en el Sur chileno. Aunque fallida, esta experiencia tuvo gran influencia en los escritores de la época.

D’Halmar ha sido considerado uno de los fundadores del grupo “Los Diez”, entre los que él era conocido como El Hermano Errante. Este se gestó en la casa de Pedro Prado y sus fundadores estaban ligados a la Colonia Tolstoiana en disolución.

El nombre “Los Diez” era un mero símbolo, ya que sus integrantes eran muchos más que esa cantidad. Se declararon humanistas, solidarios y creadores de belleza. Fundaron una revista y publicaron obras literarias, pictóricas y musicales.

Diplomático y viajero

Con su nombramiento como cónsul en Calcuta en 1907, D’Halmar inició un período de permanencias en el extranjero. A causa de una fiebre palúdica que lo afectó, debió regresar a América, donde se le destinó a la ciudad de Etén, única vacante diplomática disponible en ese momento. Más tarde se instaló en Europa, donde realizó parte apreciable de su obra; regresó Chile sólo en 1934.

Primer Premio Nacional de Literatura

Augusto D’Halmar tuvo el mérito de ser el primer galardonado con el Premio Nacional de Literatura, creado en 1942. Entre sus libros más importantes destacan la novela La Lámpara y el Molino (1915), Cristián y Yo (1946), y sus memorias Recuerdos Olvidados. Murió en Santiago el 27 de enero de 1950.

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